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viernes, 19 de febrero de 2010

Inversion, desarrollo y su majestad; la tasa de descuento.

Por: Alejandro Gómez

Cuando pienso en desarrollo integral, sostenible, generador de bienestar y oportunidades para todos, pienso en la inversión como su real causa y motor.
Cuando pienso en mis amigos empresarios e inversionistas en general, cuya gestión es profesional y orientada a la creación de valor en el largo plazo, identifico un factor común muy presente y poco visible a veces para el común de los ciudadanos: su majestad, la tasa de descuento.
¡No! No es ninguna promoción u oferta, sino la principal variable en todo análisis de inversión, sea esta grande o pequeña, nacional o extranjera, privada o pública.
Si lo quiero poner fácil, la tasa de descuento es la tasa mínima de rentabilidad que un inversionista exige a un proyecto para llevarlo a cabo. Mientras mayor sea la rentabilidad que se exige, menor será la probabilidad de que se ejecute el proyecto con todos los beneficios consecuentes para la sociedad.
¿De qué depende la tasa de descuento?
De múltiples factores objetivos y subjetivos (recuerden que las finanzas son ciencia y arte), pero destacan tres: la oferta de crédito proveniente del ahorro, el costo de oportunidad y el riesgo percibido.
Mientras mayor sea el ahorro, mayor será la oferta de crédito en la economía, y menores las tasas para financiar proyectos. Por lo tanto, mayores los incentivos para ejecutarlos.
Mientras mayor sea el costo de oportunidad, es decir mientras mayor sea la rentabilidad percibida en otras opciones, en otros mercados o en otros países, mayor será la tasa de descuento.
Mientras mayor sea el riesgo "percibido" en el proyecto, en el sector, en el país, mayor será la tasa de descuento exigida.
Conclusión simple y compleja a la vez: si queremos prosperidad alentemos la Inversión. Si queremos inversión contribuyamos desde el sector privado y el sector público a que la tasa de descuento utilizada en las evaluaciones baje.
Entonces, primero, fomentemos el ahorro nacional sostenible y no sólo el consumo y disfrute de corto plazo. Cuidado con el populismo y el consumismo irracionales y coyunturales.
Segundo, contribuyamos en cada acción y decisión que tomemos desde cada uno de nuestros roles a que seamos un destino atractivo para la inversión y competitivo con otras opciones en otros mercados.
Es decir, contribuyamos a que se reduzca el atractivo de la mejor alternativa a invertir en nuestro país y que sea nuestro país el mejor.
Entonces, seriedad, puntualidad, y, principalmente, ética y relaciones basadas en la confianza son la clave, además de los factores obvios como seguridad, estabilidad, etc.
Finalmente, y como tercer punto, reduzcamos el riesgo de nuestro país. No basta, y afortunadamente nuestros hacedores de política cada vez lo entienden mejor, inflación baja y economía creciendo para atraer capitales.
Reduzcamos la informalidad, la "viveza", el oportunismo como formas de negocio.
Pensemos en grande. Pensemos en reglas claras y estables orientadas a largo plazo.
Pensemos en transparencia y respeto por la propiedad y los derechos del otro. Consolidemos nuestro orgullo nacional, nuestra institucionalidad democrática, nuestro sistema judicial, etc. etc. Actuemos como primer mundo. Pensemos en el futuro de nuestros hijos. Seamos realmente el Jaguar de América.

Evaluando proyectos con eficiencia: diferencia entre el éxito y el fracaso.

Por: Carlos Urrunaga
A partir de este aporte quiero enfatizar en un tema central que marca definitivamente la diferencia entre las empresas empíricas con resultados mediocres y poco sostenibles y las empresas profesionales, exitosas que agregan valor a lo largo del tiempo: el Proceso de Evaluación de Proyectos, desde el punto de vista financiero.
Evaluar un proyecto financieramente es cuantificar el impacto de una idea y llevarla a cabo con racionalidad, con conocimiento y no solamente por intuición.
Iniciaré esta serie estableciendo una metodología de cinco pasos clave para evaluar un proyecto, una idea de negocios. Esta metodología se basa en mi experiencia y constituye una guía útil para que el proceso sea eficiente y completo. En los siguientes aportes iré profundizando en algunos de los pasos y conceptos vinculados que aquí sólo resumo.
Paso 1.- Defina el escenario de evaluación. Recopile Información y establezca supuestos. Un proyecto es una idea de negocios a ejecutarse en el futuro. Por lo tanto debemos definir el horizonte de análisis, es decir el período de tiempo que estoy dispuesto a esperar o que es necesario evaluar dada la naturaleza de la idea de negocio: uno, dos, diez años.... Sobre este horizonte construiré un escenario, un modelo de evaluación. Es vital recopilar toda la información necesaria para el análisis y la que no existe suponerla. El riesgo de un proyecto se origina porque se ejecutará en el futuro y porque la información en parte es supuesta. La calidad y realismo de los supuestos es esencial para minimizar la posibilidad de fracasar.
Paso 2.- Establezca presupuestos. Cuantifique y ordene la información y los supuestos. Establezca presupuestos de inversión, ingresos y gastos. Lo fundamental aquí es que los presupuestos estén completos y sean coherentes con la naturaleza de la idea de negocios y con las estrategias concebidas para llevarla a cabo. Es decir si quiero, por ejemplo, ser agresivo con el lanzamiento, no puedo establecer un presupuesto de marketing limitado.
Paso 3.- Proyecte el flujo de caja en el horizonte de análisis. Un negocio es negocio si origina caja. Este paso es el paso financiero por excelencia. Se basa en el paso 2. Lo resume en un flujo. La diferencia central entre presupuesto y flujo es que el primero es sólo el registro contable de la transacción (sea de inversión, ingreso o gasto) esperada en el origen mientras que el flujo de caja es el perfeccionamiento real de la misma en el momento cuando se registra el ingreso o salida de caja. Por ejemplo habrá ventas presupuestadas que no se cobrarán a pesar que se realicen o que se cobrarán tarde. Habrá partidas presupuestadas por razones tributarias y contables como la depreciación que no significarán ya salida de caja y no irán en el flujo proyectado. Tener clara esta diferencia es fundamental para construir un flujo de caja que refleje con realismo la dinámica del negocio.
Paso 4.- Análisis de rentabilidad.- Sobre la base del flujo de caja evaluamos la rentabilidad del proyecto calculando el Valor presente neto del mismo, su tasa interna de retorno, su período de recuperación y algunos otros indicadores relativos a su performance. Si el flujo ha sido construido minuciosamente y es completo, la rentabilidad calculada esperada será un buen referente para tomar la decisión de llevar a cabo el proyecto o no y de responder la pregunta central: ¿es lo suficientemente rentable como para compensar los riesgos percibidos y superar las alternativas del inversionista?.
Paso 5.- Análisis de sensibilidad.- Implica identificar las variables centrales determinantes para el éxito del proyecto y plantear escenarios en los que las mismas cambien con respecto a los supuestos iniciales. Por ejemplo suponer un escenario con el precio del insumo clave incrementado u otro con el precio de venta del producto central reducido. De esta manera estableceremos y comprobaremos que tan sensible (riesgoso) es nuestro proyecto frente a cambios inesperados en las variables clave y podremos establecer planes de contingencia o eventualmente revisar nuestros supuestos o incluso decidir no llevar a cabo el proyecto. Es la última revisión para asegurarnos que somos conscientes del riesgo asumido y su origen. No olvidar por supuesto el impacto y deseabilidad social de nuestra idea ya que si enfrenta oposición o genera efectos negativos en el entorno puede no ser sostenible.Evaluar un proyecto es un proceso dinámico y circular. Implica el avance y retroceso a lo largo de estos cinco pasos pero el mismo debe concluir en un punto final de decisión: ejecuto o no el proyecto. Llegar a este punto será más difícil mientras más compleja, novedosa e incierta por tanto sea la idea de negocios concebida. Lo fundamental es imprimir una racionalidad a nuestras decisiones empresariales que asegure que tomamos riesgos limitados y razonables en relación con la rentabilidad esperada.
artículo publicado en: http://gestion.pe/seccion/blogs